Estaba concentrada, tenía que medir las palabras para no decirlo con esa claridad que resulta cruel... Hablabas y hablas, "lo mismo de siempre, jamás cambiaras...".
Por un momento dejé de escucharte, me había fijado en tus arrugas, nunca las había visto tan profundas como hasta ahora.
"El tiempo contigo se me agota", pensé. No pude por menos que echarme a llorar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Pero es que nunca es lo mismo de siempre.
ResponderEliminar