Historia de navegante que se echo a la mar dos meses de tempestad, frío y ceguera... sin saber si lo que corría por sus venas era suyo o no.
Agotadas energías y reservas desembarcó en el frío norte, perdió el sexo, el rumbo y se dejó llevar a la deriva de los vientos. Calentó pies y manos, aprendió a ver a traves de otros ojos y lloró los últimos ideales.
Permaneció en tierra poco más, el tiempo justo de un destello, el tiempo justo para saber que incluso las historias que no empiezan tienen un final.
Navegante, feliz y con sonrisa en boca regreso de nuevo a la mar; atada una bolsita de sueños y lecciones por aplicar.
Cuentan que se convirtió en sirena, enamorada de un pirata en cuyo pelo de otoño escondió los últimos secretos que rescató del fondo del mar.
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