No entiendo tus palabras, no grites, siguen siendo inconexas, sin acabar.
No sé en qué momento de nuestro camino decidiste construir el tuyo propio que yo sólo podré ver de lejos, y a veces ni eso.
No entiendo el paralelismo que nos separa, cuándo se creó ese abismo que sólo lo llena tu voz cuando te enfadas.
No entiendo tu naturaleza, tu inconsciencia destructiva ni las razones de la misma.
No entiendo nada.
martes, 7 de diciembre de 2010
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